miércoles, 17 de diciembre de 2008

Casi no puedo volver a escribir porque definitivamente la tecnología me ataca con toda su fuerza, entonces fue todo un trabajo poder ingresar de nuevo a este lugar. 

De antemano agradezco los comentarios publicados y los "hablados"... como les dije, son en realidad una herramienta para la construcción no solo de este espacio sino de para lo que quiero lograr para mí. De igual manera quiero hacer una salvedad... en la anterior entrada, me comprometí en la última parte a clarificar una información que me tenía muy inquieta y molesta; sin embargo en las últimas semanas se ha ido generando un fenómeno en mí, que a mi parecer, es propio de aquellos que decidimos dedicarnos a las humanidades, el cual me ha sumido en un continuo y flagrante rechazo hacia la política y hacia todo lo que de ella se genere…

Cómico… incoherente… quizás un fenómeno secuencial… no lo sé… supongo que sí… y de hecho en ello recaigo la culpa… porque más que ser una actitud simplista, incomprensible y contradictoria, es la forma en que la que he decidido reaccionar frente a lo mágico e increíble que sucede dentro de este mundo. La política es algo que en teoría es tan sublime pero en la práctica es tan profano, que logra confundir mis pensamientos y mis sentimientos, uniéndolos de tal forma que me ha impedido descifrar que soy y que quiero como sujeto social. Muchas veces he pensado si tome la decisión acertada acerca de mi futuro y de lo que quiero hacer para ganarme la vida. Quizás ahora logro comprender la perceptible separación que hay entre la academia y la política “práctica”, en la medida en que es muy frustrante para aquellos que dedican su vida a estudiar la teoría política, aplicar todo lo aprendido a una realidad confusa e invisible. La política en la práctica no es sino un juego sucio de aquellos que la ejercen por alcanzar el poder. Caen en estrategias dobles, irracionales, aberrantes y corruptas para poder lograr sus intereses, que no son propiamente los intereses de todo un electorado sino de uno solo. Sin embargo, más como ciudadana que como futura politóloga todavía logro coordinar en mí una ligera y débil esperanza que esto va a cambiar. Cuando? No sé. De hecho tampoco podría sostener que ninguno de los políticos en Colombia se acerca a lo Aristóteles llamaba “Polites”, pero lo que si sostengo y espero no sostener por mucho tiempo, es que la política aquí y en cualquier parte del globo terráqueo, en lo que se denomina temporalmente “el mundo moderno” está lejos de ser “politeia o politeuma”, es más bien una mezcla entre un anarquismo capitalista y una democracia comunista.  He ahí mi compleja pero sentida contradicción mental!!

 

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